horas y horas perdía frente al espejo antes de salir de casa, la perfección era la nota dominante y el control su más sumiso aliado, era la estrella del espectáculo, el centro de atención del escenario cotidiano
tenía que ser la envidiada, amada, deseada, halagada, la más querida, tenía que ser aquella de la que hablara todo el mundo, pero lo que nadie sabía es que en los camerinos detrás de los focos y las miradas asesinas todo es oscuro, le aterra su propia sombra porque ya no conoce a aquella chica, actriz, desconocida de todos
tiempo perdido, mirada vacía, una sonrisa de anuncio, cuerpo de pasalera, armario de tendencias, pelo pantenne, novio perfecto, un asco de vida...
maniquí con tendencia a sufrir, aunque cada vez menos, se acostumbró a la vida de plástico, una vida sintética que luchaba contra el qué dirán al subir el telón
1 comentario:
Una vez hice teatro... o no, tal vez nos pasemos la vida haciendolo... uu..
una vez no hice teatro.
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