….y en Madrid no para de llover, vine como forastera a perderme en la gran ciudad, el agua en mis zapatos me impidió andar en exceso, el peso de la lluvia ralentizaba mi paso y en mi cabeza solamente había un pensamiento que con un movimiento rápido, como sacudiéndome el pelo intentaba quitar de ella, pero allí seguía y las lágrimas a flor de piel
No tenía forma humana, no era nada ni nadie, era una sensación vivida antes, era un nudo en el estómago… era envidia de los transeúntes con un destino al que ir, de aquellas personas que no llevan escrita en la frente la palabra miedo o melancolía y que tranquilas toman un café, de aquellas que no hacen de todo una montaña, de la gente capaz de disfrutar y vivir
Ya sabía de qué sensación se trata, no saber vivir, tener siempre lágrimas y escasez de pañuelos, de pensar que siempre falta algo y que esa supuesta ausencia impida ver más allá
el tiempo ha curado esa rara sensación pero simplemente es un parche porque mucho tienen que cambiar las cosas para que no se vuelva a repetir, y no creo en el azar, las hadas madrinas que deben custodiarme han salido vagas o jamás aparecen, cuando lo hacen su estado es propio de aquellas personas que gastan su sueldo en bricks don simón
sí que he empezado a creer en los fantasmas,unos dan pena, balbucean recuerdos intentando retroceder en el tiempo pero el coche de dock pertenece a la factoria universal y no lo venden en el concesionario de tu calle, otros atormentan las noches y generan dudas, otros sin embargo te muestran que por una vez tus decisiones han sido correctas
desde esos días lluviosos de Madrid han pasado 40 días, y aunque lleve un parche que evita raras sensaciones se vive mucho mejor que evitando los charcos y los llantos en plena calle
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